El reloj que compré por la tarde pulsa los segundos como si fueran gotas. Es un ruido de gota a gota su tiempo recorrido. Gota a gota, constante y atrapado momento repetible, una y otra vez, parejo, sin errores.
Los errores son míos. Y permanezco en ellos mientras la luna ha desaparecido de los vértices y llega hasta el velero un remoto mar hecho de pueblos que han sufrido guerras desde que el tiempo es tiempo.
En el momento en el que estoy, sin luna y con el mar, soy como una red que se termina. Se ha ido destejiendo y rompiendo contra el fondo. La han mordido los peces de colores que atrapó alguna tarde en que ser optimista; se ha enredado en arrecifes sórdidos y corales agónicos y ha terminado por perder su trama en pos de innumerables agujeros por los que escapa el mar del sinremedio.
El velero responde a las consignas. Produce un chapoteo de mar de invierno en su espejo de agua, uncido al muelle lo mismo que un animal indócil al que su dueño amarra en los traspatios.
Quizás, como yo, busque una isla su espíritu de proa y por eso, la sueñe en una distancia sin timones, como un solo de viento sobre el mástil. Una isla en un mar ancho de cantos que atraiga hacia sí a los peces pobres y les pinte pequeñas epopeyas costeras en las escamas rotas.
Una isla, quizás, donde las viejas redes que han atrapado muertos y tesoros, puedan quedarse debajo de la luna a remendar sus penas con hilos que otros navegantes desdeñaron.
La noche cierne estrellas sobre la cubierta y cae un frío sin luna encima de las velas recogidas.
Esta vez, aquí, mirando este mar que me envuelve, soy una red que nada hacia algún nombre que se le escapa entre la oscuridad, llevándose los peces del silencio.
Desde el muelle alguien pregunta si salgo a navegar. Digo que sí.
No sé si te habrás dado cuenta pero tú tienes el corazón poblado. Nunca podrás decir que estas solo porque hasta en la soledad estás acompañado. Habrías de mirar las luces encendidas que hay en la orilla. Esa labor tuya, tu dedicación, es un trabajo de nunca terminar pero has influido, como la Luna que levanta el mar, en la vida de muchas personas, para bien.
Hermosa lectura.
Un abrazo, Gavrí.
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Ojalá haya sido así, María. Que haya resultado en una buena influencia para alguien y que ese alguien pueda recoger buenos frutos en su propia siembra.
A veces tengo más dudas que certezas sobre esto. Pero igual, obstinado, sigo haciendo lo poco que sé hacer.
Abrazos.
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Tus textos están escritos con tanta belleza que duelen bellamente.
Que el 2020 te sea propicio en todas las áreas de tu vida, querido Gavrí.
Un abrazo grandote.
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Mirel querida, también para vos que este que va a empezar sea un buen año dentro de lo que la racha nos permita.
Como siempre te digo, son momentos anímicos estos de las Quemaduras.
Te abrazo contra mi corazón.
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¡ Qué preciosura! Eso que te digo siempre de la dura y dulce ternura que te sale sin pensar.
¡ qué pinta de profe de historia que tiene el flaco de la foto! Jaaa, por fin te chapó la mujer de nombre bíblico en una carcajada.
Grande gurí. Gran año. Abrazoooo
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Abrazos muy grandes .Es muy hermoso lo que escribes .
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Gracias a vos por leer, Eli. Abrazos y buen año.
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¡ Qué preciosura! Eso que te digo siempre de la dura y dulce ternura que te sale sin pensar.
¡ qué pinta de profe de historia que tiene el flaco de la foto! Jaaa, por fin te chapó la mujer de nombre bíblico en una carcajada.
Grande gurí. Gran año. Abrazoooo
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Si, por fin me agarró en una sonrisa. Es que en la foto estoy abrazando a mi hija mayor. Tanto mirar para abajo, ¿no? y ella siempre con la cámara pegada a los dedos.
También para vos un buen año, loquita. De verdad te digo, date espacio para ser feliz.
Abrazos muy grandes.
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